
Shmuel Bet / 2 Samuel 7:12-16: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.”
Estas palabras corresponden al pacto que D-os estableció con David haMelej (el rey David) acerca de su descendencia.
El contexto de estas palabras es el siguiente: David había tenido el deseo de construir el Beit Hamikdash (también conocido como Templo de Jerusalem), aunque D-os no se lo permitió. Sin embargo, nuestro D-os le concedió un privilegio aún mayor: El Mashiaj sería un descendiente suyo. Así, D-os le hizo saber que Él mismo le edificaría casa, es decir, una dinastía, de la cual vendría el Mashiaj.
Como veíamos en artículos anteriores, la promesa de D-os acerca de la venida del Mesías comienza a especificarse cada vez más a medida que avanzamos en el estudio de las Escrituras. Así como Iaacov había dicho que el Mashiaj (Shiló) descendería de Iehudá (Bereshit 49:10), y que por lo tanto pertenecería a la tribu de Iehudá, ahora el Mashiaj vendría de uno de los descendientes más importantes de esta tribu: David haMelej.
Ahora bien, resulta importante aclarar que si bien muchas de estas palabras se cumplieron en Melej Shlomó (el rey Salomón), como el hecho de que él fue quien construyó efectivamente el Beit Hamikdash, el trono de su reino no fue afirmado para siempre (vers.13) sino que al contrario, el reino de Israel fue dividido a causa de sus transgresiones a la Torá (Melajim Alef / 1 Reyes 11). Por lo tanto, entendemos que estas palabras se refieren a alguien posterior a Melej Shlomó, al verdadero Rey sobre Israel y a quien sí tendrá un reino perpetuo y estable para siempre: El Mashiaj.
Así, en el Brit Jadashá se nos revela que Ieshúa haMashiaj es efectivamente este descendiente de David a quien le corresponde el reino, simplemente porque Él es el Mashiaj.
Repetidas veces los libros de Mateo, Marcos y Juan nos relatan cómo las personas llamaban a Ieshúa “hijo de David”, aquellos que clamaban a Él por sanidad lo llamaban así: “Pasando Ieshúa de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (Mateo 9:27)
De hecho, cuando Él entró en Ierushalaim para celebrar Pesaj de acuerdo a lo establecido en la Torá (Dvarim / Deuteronomio 16) las personas lo reconocieron como el Mashiaj Ben David (Mesías hijo de David) y lo recibieron diciéndole:
“Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hoshiana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor! ¡Hoshiana en las alturas!” (Mateo 21:9)
A su vez, D-os dijo sobre este descendiente que Él le sería por Padre, y éste le sería por hijo. D-os mismo dijo sobre Ieshúa en Mateo 3:17: “…Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”
Pero la promesa de D-os a David también decía que si este descendiente hacía mal, D-os le castigaría con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres (vers.14). ¿Acaso Ieshúa no fue de la misma manera golpeado con azotes de hijos de hombres? (Mateo 27). Sin embargo, es el mismo profeta Ieshaiá (Isaías) quien nos explica por qué ocurrió esto: “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Ieshaiá 53:4-5) “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” (Ieshaiá 53:9)
Ieshúa no murió por su propia causa. Él tomó el lugar que nos correspondía a cada uno de nosotros por cada vez que transgredimos la Torá. De la misma manera que los animales eran ofrecidos para la expiación (kapará) de nuestras transgresiones en el Beit Hamikdash, así se ofreció Ieshúa haMashiaj por nosotros: “Con todo eso, D-os quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de D-os será en su mano prosperada.” (Ieshaiá 53:10)
Porque solamente el Mashiaj podía salvarnos de nuestras rebeliones de una vez y para siempre.
Así, finalmente entendemos que Ieshúa es el Mashiaj, descendiente de Iehudá y de David, tal como D-os lo había prometido, y entendemos también la causa de su sufrimiento, tal como lo dijera el profeta Ieshaiá: “Y por la rebelión de mi pueblo fue herido.” (Ieshaiá 53:8) y “…por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” (Ieshaiá 53:11)
Shalom. Paz