Parashá Bereshit

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La palabra Parashá significa “porción”, es el nombre que se le da a la porción de la Torá que se lee por semana (parashá hashavúa, la porción de la semana).- 

La división de la Torá para su lectura en un año, desde Bereshit (Génesis) hasta Dvarim (Deuteronomio) corresponde a 54 porciones o parashot.- Cada una de ellas es leída y explicada públicamente en las congregaciones en cada shabat.-

Asimismo, a estas porciones se les agrega también para su lectura, una parte de los profetas (Neviím) conocida como “Haftará”. Y en nuestra congregación judío mesiánica también leemos una porción del Brit Jadashá (Nuevo Pacto) para completar así la parashá semanal.- Es decir, la porción de la Escritura que debemos escuchar con atención para aprender, poner por obra y enseñar a otros a cumplir con los mandatos y preceptos del D-os único y verdadero.- 

Así, la parashá “Bereshit”, que quiere decir “en el principio”, es la primer parashá que leemos después de la festividad de Simjat Torá (La alegría de la Torá). Precisamente es durante esta festividad que finalizamos todo un año de haber leído la Torá completa, y comenzamos nuevamente desde el principio, es decir, desde el primer libro de la Torá, el libro de Bereshit, a estudiarla otro año más.

De esta manera, la parashá Bereshit comienza con la creación del mundo, es decir, nos indica que hubo un comienzo, un origen, cuando D-os creó, por su palabra, todas las cosas, comenzando por la creación de la Luz, para finalizar con la institución del Shabat, el día que D-os bendijo y santificó desde un principio para que cesemos de nuestras obras durante él (Bereshit / Génesis 2:1-3)

Otra acepción interesante de la palabra “Bereshit” es que, si reordenamos las letras, también puede significar “Brit esh” es decir, pacto de fuego.

También en esta parashá encontramos la creación del primer hombre, Adam, y la primera mujer, Java. De la misma manera, al empezar a estudiar la Torá nuevamente, se nos está otorgando la posibilidad de un nuevo comienzo en el cual nosotros también podemos sentirnos como Adam y Java en el Gan Edén (Jardín del Edén), para corregir los errores que aún persisten en nosotros y aumentar cada vez más en el estudio de la Torá.

Al mismo tiempo, es en esta parashá donde encontramos la primera promesa con respecto a la venida del Mashiaj, el descendiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente, derrotando así el mal para siempre: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” – Bereshit 3:15

E incluso en la haftará correspondiente a esta porción de la Torá se vuelve a mencionar los atributos y cualidades que el Mashiaj manifestaría: 

“Así dice HaShem D-os, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo HaShem te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,  para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Yo HaShem; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” – Ieshaiá  / Isaías 42:5 – 8

Finalmente, la porción correspondiente al Brit Jadashá (Juan 1:1 -5) nuevamente nos lleva al comienzo de esta parashá, afirmando que:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con D-os, y el Verbo era D-os. Este era en el principio con D-os. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” – Juan 1:1-3

En el principio, es decir en Bereshit, en el inicio de todas las cosas, el Verbo, es decir la Palabra, estaba con D-os y al mismo tiempo era Uno, Ejad, con D-os. Sin el Verbo, es decir, sin la Palabra, ninguna de las cosas que D-os creó pudieron haber sido hechas, y todo lo que existe, por Él existe. Ese mismo Verbo, esa misma Palabra, se hizo carne, y habitó entre nosotros, de la misma manera que D-os lo hizo con su pueblo en el desierto. Ese Verbo, la Palabra, es el Mesías, porque solamente el Mesías le daría el cumplimiento definitivo a cada una de las cosas que están anunciadas en las Escrituras, y en el Mesías todas las cosas son sustentadas. Y sabemos que cuando Juan hablaba del Mesías se refería a Ieshúa. Ieshúa es ese Verbo, es la Palabra hecha carne, puesta en acción. Los invitamos a leer todo el capítulo 1 del libro de Juan para entender la profundidad del mismo.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” – Juan 1:14 

Shalom. Paz.